Mario Di Costanzo
La declaración de Agustin Carstens en la que advierte que ante la ausencia de una reforma energética, se presentara el dilema de elevar los impuestos que actualmente pagan los contribuyentes mexicanos o reducir el gasto público federal, no es más que una cobarde amenaza que pone a este funcionario como uno de los sicarios de Felipe Calderón y muestra la debilidad del gobierno y poca imaginación para resolver el asunto energético.
De esta manera, si el Gobierno requiere de más recursos podría empezar por reducir su gasto corriente superfluo como las comidas y gastos de representación que el propio Secretario de Hacienda realiza diariamente o los elevados gastos de operación que el Gobierno mantiene.
Para ello solo bastaría recordarle que el gasto corriente del sector público, entre el año 2000 hasta y hasta la actualidad, pasó de 714 mil millones de pesos a un billón 466 mil millones; es decir, se duplicó.
En tanto la inversión física directa sólo aumentó en 30 mil millones, así por cada peso que aumentó la inversión, el gasto corriente aumentó casi 35 pesos.
Que el presupuesto para este año es de 2 billones 569 mil millones de pesos, y que si la inversiones anuales que PEMEX requiere son del orden de los 200 mil millones de presos anuales, bastaría un ajuste al gasto corriente y de operación superfluo del orden del 8% para salir adelante.
Pero más lamentable resulta la propuesta de incrementar impuestos cuando hasta cualquier estudiante del primer semestre de economía sabe que el sistema tributario en México, tiene grandes “huecos”, es decir que mantiene la existencia de “regímenes fiscales especiales” que permiten que las grandes empresas prácticamente no paguen impuestos.
Esto obliga a que a PEMEX se le tengan que prácticamente confiscar sus ingresos, para financiar el gasto público, el cual por cierto no es utilizado de manera eficiente.
Así por ejemplo en el año 2005, a pesar de que PEMEX tuvo ventas por 925 mil millones de pesos, registró una pérdida (utilidad neta negativa, de 76 mil millones de pesos, mientras que TELMEX que tuvo ventas por 162 mil millones de pesos, (es decir sólo el 17% de lo que vendió PEMEX), tuvo una utilidad neta de 28 mil millones de pesos.
Esto lo confirma el Informe de la Auditoria Superior de la Federación, en donde concluye que:
Se detectaron 50 grandes contribuyentes, cuyos pagos individuales de ISR en 2005, deducidas las devoluciones, fueron menores a 74 pesos, esto debido a que las devoluciones efectuadas en el periodo 2001- 2005, por 604 mil 300 millones de pesos, superaron en 216.0% al incremento en la inversión privada que fue de 279 mil 832 millones de pesos, lo que contradice la hipótesis de que una menor tributación, (como en rigor implican las devoluciones), libera recursos a los particulares para incrementar la inversión en capital. Por ello se genera una situación de privilegio para unos cuantos contribuyentes que contraviene el principio de equidad fiscal.
Cabe señalar que la recientes reformas fiscales aprobadas y que incluyen el IETU, no resolvieron esta situación, lejos de ello, la acrecentaron, por lo que la política tributaria sigue siendo altamente adversa para PEMEX, y para los pequeños y medianos contribuyentes, no asì para las grandes empresas que siguen eludiendo impuestos.
Más aún cabe recordar que el viernes pasado el Auditor Superior de la Federación volvió a señalar que durante la gestión de Vicente Fox, las finanzas públicas registraron ingresos por más de 700 mil millones de pesos por arriba de lo presupuestado.
Por ello habría que preguntarle qué pasó con ellos?. Ya que durante tres años, el propio Agustìn Carstens fue el Subsecretario de Hacienda de Fox.
La declaración de Agustin Carstens en la que advierte que ante la ausencia de una reforma energética, se presentara el dilema de elevar los impuestos que actualmente pagan los contribuyentes mexicanos o reducir el gasto público federal, no es más que una cobarde amenaza que pone a este funcionario como uno de los sicarios de Felipe Calderón y muestra la debilidad del gobierno y poca imaginación para resolver el asunto energético.
De esta manera, si el Gobierno requiere de más recursos podría empezar por reducir su gasto corriente superfluo como las comidas y gastos de representación que el propio Secretario de Hacienda realiza diariamente o los elevados gastos de operación que el Gobierno mantiene.
Para ello solo bastaría recordarle que el gasto corriente del sector público, entre el año 2000 hasta y hasta la actualidad, pasó de 714 mil millones de pesos a un billón 466 mil millones; es decir, se duplicó.
En tanto la inversión física directa sólo aumentó en 30 mil millones, así por cada peso que aumentó la inversión, el gasto corriente aumentó casi 35 pesos.
Que el presupuesto para este año es de 2 billones 569 mil millones de pesos, y que si la inversiones anuales que PEMEX requiere son del orden de los 200 mil millones de presos anuales, bastaría un ajuste al gasto corriente y de operación superfluo del orden del 8% para salir adelante.
Pero más lamentable resulta la propuesta de incrementar impuestos cuando hasta cualquier estudiante del primer semestre de economía sabe que el sistema tributario en México, tiene grandes “huecos”, es decir que mantiene la existencia de “regímenes fiscales especiales” que permiten que las grandes empresas prácticamente no paguen impuestos.
Esto obliga a que a PEMEX se le tengan que prácticamente confiscar sus ingresos, para financiar el gasto público, el cual por cierto no es utilizado de manera eficiente.
Así por ejemplo en el año 2005, a pesar de que PEMEX tuvo ventas por 925 mil millones de pesos, registró una pérdida (utilidad neta negativa, de 76 mil millones de pesos, mientras que TELMEX que tuvo ventas por 162 mil millones de pesos, (es decir sólo el 17% de lo que vendió PEMEX), tuvo una utilidad neta de 28 mil millones de pesos.
Esto lo confirma el Informe de la Auditoria Superior de la Federación, en donde concluye que:
Se detectaron 50 grandes contribuyentes, cuyos pagos individuales de ISR en 2005, deducidas las devoluciones, fueron menores a 74 pesos, esto debido a que las devoluciones efectuadas en el periodo 2001- 2005, por 604 mil 300 millones de pesos, superaron en 216.0% al incremento en la inversión privada que fue de 279 mil 832 millones de pesos, lo que contradice la hipótesis de que una menor tributación, (como en rigor implican las devoluciones), libera recursos a los particulares para incrementar la inversión en capital. Por ello se genera una situación de privilegio para unos cuantos contribuyentes que contraviene el principio de equidad fiscal.
Cabe señalar que la recientes reformas fiscales aprobadas y que incluyen el IETU, no resolvieron esta situación, lejos de ello, la acrecentaron, por lo que la política tributaria sigue siendo altamente adversa para PEMEX, y para los pequeños y medianos contribuyentes, no asì para las grandes empresas que siguen eludiendo impuestos.
Más aún cabe recordar que el viernes pasado el Auditor Superior de la Federación volvió a señalar que durante la gestión de Vicente Fox, las finanzas públicas registraron ingresos por más de 700 mil millones de pesos por arriba de lo presupuestado.
Por ello habría que preguntarle qué pasó con ellos?. Ya que durante tres años, el propio Agustìn Carstens fue el Subsecretario de Hacienda de Fox.
Gracias por la informacion Sr. Secretario de hacienda lo unico que demuestra la derecha con esto es que quieren mantener los privilegios de las minorias y los altos sueldos de la burocracia.
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